Los caídos, escogidos por la ruleta del azar, fueron llevados finalmente al hospital del pueblo más cercano para sanar sus heridas y alentarlos con retórica barata, antes de de llevárselos al manicomio de la gran ciudad. Algunos aún a su corta edad, tendrán que ir y venir cargando sus sillas de ruedas y muletas por los interminables corredores y oficinas de ese Gran Hueco Negro que continúa siendo el Estado, infectado de corrupción e inoperancia.
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Del Proyecto "Las Heridas de la Guerra" ©Juan Calle 2008
No se sabe que pasó con lo quedó de las manos y los pies, de los huesos, carnes y piel. Quizás volaron y cayeron en las cunetas o en la cercanía del monte vecino… Lo cierto es que desde entonces, algunos los han visto convertidos en errantes fantasmas del camino.Con el tiempo la ropas se lavaron, las heridas "sanaron", y a pesar que los recuerdos y los hechos se pusieron a secar al rayo del sol…. las ausencias ahí quedaron….. A la espera que esta justicia que opera más a contraluz que con la debida transparencia, no siga recompensando a los asesinos de cuerpos y esperanzas, ni siga tapando con la mortaja de sus propios intereses lo que han dejado entre tierras y maleza tanta víctima inocente.
Hasta la Próxima,
Juan Calle
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