El golpe seco despertó la quietud en el camino. Un mechón de palomas que huían presurosas entre el humo marcaron el sitio del suceso. El mensaje del perfume llegó a los pulmones penetrante. Dejaron de respirar por un momento .... Era el siniestro aroma de una mina quiebra patas! Rápido, con la adrenalina que hervía por las arterias y las venas, corrí al son del corazón presintiendo lo peor. Los gritos y la gente que lloraba me acercaron al lugar. Entre el grupo de piernas y personas aún completas se podían ver algunas en el suelo…. Desparramados por allí se alcanzaban a ver trozos de carne, mezclados con jirones de ropa y sangre. Al detallar y acercarme un poco más, el pantalón de alguien ya no terminaba en un viejo zapato, su pierna a la altura de la rodilla había desaparecido! La tela hecha pedazos mezclada de sangre, tierra y piel, parecía una mueca de un pendón de un campesino tirado en el suelo víctima de la perversidad de esta guerra. El fulano y su familia, llenos de miseria, habían pisado una hoja del libro de lo que está escrito llevándolos hacia un rumbo aún más incierto y trágico.
Los caídos, escogidos por la ruleta del azar, fueron llevados finalmente al hospital del pueblo más cercano para sanar sus heridas y alentarlos con retórica barata, antes de de llevárselos al manicomio de la gran ciudad. Algunos aún a su corta edad, tendrán que ir y venir cargando sus sillas de ruedas y muletas por los interminables corredores y oficinas de ese Gran Hueco Negro que continúa siendo el Estado, infectado de corrupción e inoperancia.
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Del Proyecto "Las Heridas de la Guerra" ©Juan Calle 2008
No se sabe que pasó con lo quedó de las manos y los pies, de los huesos, carnes y piel. Quizás volaron y cayeron en las cunetas o en la cercanía del monte vecino… Lo cierto es que desde entonces, algunos los han visto convertidos en errantes fantasmas del camino.Con el tiempo la ropas se lavaron, las heridas "sanaron", y a pesar que los recuerdos y los hechos se pusieron a secar al rayo del sol…. las ausencias ahí quedaron….. A la espera que esta justicia que opera más a contraluz que con la debida transparencia, no siga recompensando a los asesinos de cuerpos y esperanzas, ni siga tapando con la mortaja de sus propios intereses lo que han dejado entre tierras y maleza tanta víctima inocente.
Hasta la Próxima,
Juan Calle
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